Cantando bajo la lluvia
Me siento algo más relajado y, a la vez, intrigado. Hoy he terminado la época de exámenes de la tercera evaluación, por lo que estoy algo más tranquilo. Por otro lado, persiste la incertidumbre de saber las notas de los exámenes realizados. A las 17:20 he llegado a casa agotado del día escolar, he puesto el álbum Tracalcatraca de Javi Cantero y he comenzado a exprimir mi cerebro en busca de algo que argumentar, pero hoy estoy tan apagado que las ideas no quieren salir a la luz.
Esta música me hace recordar los buenos tiempos del verano pasado. Ahora que suena ese Me pones a cien, logra traerme buenos recuerdos de los garitos mirobrigenses, bailando el temita e intentando meter fichas. También recuerdo la fiesta del agua del Martes Mayor bailando desde la mañana hasta bien entrada la tarde, todos mojados y con nuestras pistolas de agua en la mano. ¡Qué tiempos aquéllos! Recuerdo que una noche hacía un tiempo espléndido, el cielo estaba despejado y se podían contemplar perfectamente las estrellas y no se nos ocurre otra cosa que entrar en un Karaoke como cualquier otro fin de semana. Lo que no sé es cómo fui capaz, después de haberme pasado toda la noche gritando la letra del Me pones a cien de garito en garito, pedir el tema Cartas amarillas de Nino Bravo para cantar. Os lo podéis imaginar. Desafiné tanto que mis colegas se escondieron en el W.C. y, al terminar de cantar, salimos todos corriendo muertos de la vergüenza. ¿Y que ocurrió? Pues muy fácil, que fuera estaba lloviendo. Hasta el momento, ese hecho me parecía un tópico absurdo. Pero aquella noche descubrí que era algo más, que aquél tópico era real; pero, eso sí, también hay que saber desafinar de verdad para que llueva.
Esta música me hace recordar los buenos tiempos del verano pasado. Ahora que suena ese Me pones a cien, logra traerme buenos recuerdos de los garitos mirobrigenses, bailando el temita e intentando meter fichas. También recuerdo la fiesta del agua del Martes Mayor bailando desde la mañana hasta bien entrada la tarde, todos mojados y con nuestras pistolas de agua en la mano. ¡Qué tiempos aquéllos! Recuerdo que una noche hacía un tiempo espléndido, el cielo estaba despejado y se podían contemplar perfectamente las estrellas y no se nos ocurre otra cosa que entrar en un Karaoke como cualquier otro fin de semana. Lo que no sé es cómo fui capaz, después de haberme pasado toda la noche gritando la letra del Me pones a cien de garito en garito, pedir el tema Cartas amarillas de Nino Bravo para cantar. Os lo podéis imaginar. Desafiné tanto que mis colegas se escondieron en el W.C. y, al terminar de cantar, salimos todos corriendo muertos de la vergüenza. ¿Y que ocurrió? Pues muy fácil, que fuera estaba lloviendo. Hasta el momento, ese hecho me parecía un tópico absurdo. Pero aquella noche descubrí que era algo más, que aquél tópico era real; pero, eso sí, también hay que saber desafinar de verdad para que llueva.
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