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Sabor a chocolate

Mandriles cojos

Odio los lunes. Ya desde el domingo por la tarde comienzo a deprimirme pensado que ya queda menos para el lunes. Ese día que llega tras esos dos días de relax y de hacer lo que te viene en gana. Pero una vez que te acuestas, llegan los malos presagios. Ya no quedan más que siete u ocho horas para que suene el despertador recordándote que no eres más que un estudiante que ha de pasarse desde las 8.15 de la mañana hasta las 15.00 de la tarde en una jaula rodeado de mandriles aguantando las charlas de los profesores.
Pues como iba diciendo, es lunes y a las 8.00 de la mañana he llegado al colegio. Solamente 5 minutos más tarde ha llegado Silvia, una compañera de clase que sufre todos los días con mi vida. No es que le dé pena lo que cuento porque mi vida sea emocionante ni por males de amores, no, no. Es que la pobre se sabe toda mi vida de memoria (eso, si es, que me escucha). A veces, sí es verdad que me considero el típico pesado que llega, le saludas, empieza hablar y no le dejas decir nada más porque no calla. A veces, soy así. Pero es algo natural, algo que no puedo remediar. ¡Así soy yo! Pues cómo iba diciendo, estoy sentado en un banco del pasillo, y aparece Silvia cojeando y con dos muletas. Y, ahora, yo, al igual que el resto de la clase, tengo miedo. Pensaréis por qué. Pues os lo explico: en clase somos nueve mandriles y, de nueve, son tres los que vienen cojeando apoyándose en muletas; uno de ellos se rompió el peroné y, los otros dos mandriles, tienen un esguince en la misma pierna. ¡Vamos que, como diría Bustamante, esto es increíble! Por ese motivo, le hemos pedido a nuestro profesor de religión que se venga con el agua bendita y comience a esparcirla por la jaula. No lo sé, pero quizás esto ayude a alejar las energías negativas.

2 comentarios

anonimo -

el rey de los mandriles seras tu no
pesado

Mónika -

jeje, esta muy gracioso, se nota q tienes alma de escritor (q profunda); muxa suerte con la página y que se pongan bien tus amgos